TABLAS BUENAS, TABLAS MALAS
Tres años y cuatro meses desde mi último artículo en el blog. El confinamiento por el COVID-19 hace recuperar cosas que parecían olvidadas como el vinilo, el papel, el teléfono, los dvd, la tele..., y hasta los blog. Su época dorada fue de 2000 a 2008, aproximadamente. Desde entonces habían caido en el olvido a causa de las redes sociales. Requerían demasiada atención en esta época de inmediatez. Pero todavía, aunque la mayoría están muertos o medio muertos, son valiosísima fuente de información sobre cualquier materia que puedas imaginar. Benditos frikis.
Y ahora retomamos laidakosurftxokoa, a un nivel más modesto, para un artículo que teníamos en la cabeza desde hace tiempo. La calidad. ¿Qué es una tabla buena?, ¿qué es una tabla mala?, ¿qué hace que una tabla sea una maravilla o una maldita puerta? Es verdad que el arco no hace al indio. Pero ayuda. Por muy malo que seas, serás menos malo encima de una tabla buena y apropiada para ti.
¿Cuáles son los ingredientes para esto? Los hay tangibles e intangibles. Entre los primeros está el material y entre los segundos, la manufactura y el diseño, el know how... La interactuación entre ambos determina la calidad. Desde un corchipan hasta la réplica hecha a mano por el artesano más reconocido hay un abanico inmenso. Por simplificar, y hablar de lo que conozco, vamos a centrarnos en construcción tradicional (poliuretano, fibra de vidrio y resina) y dejar aparte alternativas menos corrientes como madera, epoxy, etc...
Para ello, vamos a repasar el esquema básico de fabricación de una tabla, sea "de fábrica" o sea de backyard shaper y lo vamos a sintetizar al máximo: puede resumirse básicamente en SHAPEO y GLASSEO.
En el SHAPEO se "talla" un blank o forma prefabricada hecha de dos mitades de espuma de poliuretano (foam) con un listón central de madera, llamado alma o stringer. Es la fase en la que se da forma a la tabla. El blank viene bastante preformado, pero el shaper es quien tiene que darle la forma deseada. En los talleres comerciales y en algunos co-workings se hace con una máquina de pre-shapes, que es básicamente una máquina de control númerico que con una fresa va esculpiendo el blank siguiendo las coordenadas que se le dan por ordenador. Esto permite "normalizar" formas y, en teoría, replicar una tabla rápidamente y hasta el infinito sólo con introducirle unas coordenadas prefijadas. Eso sí, siempre hay que acabarlas a mano y es ahí donde el toque del shaper sigue siendo importante. En los talleres artesanales y en los próductos comerciales de autor de alta gama, el shaper lo hará todo a mano, a plantilla, sierra y planner, como desde los tiempos de las tablas de madera.
En el GLASSEO ese blank tallado va a ser recubierto con varias capas de fibra de vidrio saturadas de resina de poliester, que al endurecerse y ser pulidas dejarán como resultado una tabla de surf.
Fácil, ¿no? Pues no. No vamos a decir que sea como mandar una sonda a Marte, pero es una tarea que requiere oficio, mucho oficio. Y el oficio se adquiere por una combinación de talento y múltiples ejercicios de ensayo y error hasta adquirir un dominio absoluto del proceso. Requiere tiempo y dedicación. Y también vocación y afición, pues en los inicios vas a cosechas muchas pifias y derrochar materiales. una vez conseguido, los matices son infinitos y, como en el resto de artes y oficios, el maestro se caracteriza tanto por su destreza técnica como por su sensibilidad artística. Si algo le acabará definiendo será su estilo propio, su toque de autor.
Entonces está claro donde está la calidad, ¿no? Es fácil: los mejores materiales en manos del mejor shaper y del mejor glasser (pueden ser la misma persona o no). Si le añades unas indicaciones acertadas para el futuro usuario, el resultado es una tabla mágica.
Foto: single fin by J. Snakey