EN EL TOKI: JUAN MORENO "CRIMSON"
Juan es una cara bien conocida en Laga. Sus tablas, también. Para quienes sabemos de él, sobran las presentaciones. Para quien no le conozca, la mejor manera es definirle como el vivo ejemplo del surf como pura diversión, sin más pretensiones. Sus shapes también hablan por él: diseños vivos, clásicos y supersurfeables de alguien que ha aprendido el oficio como un verdadero profesional, pero que no abandona en ningún momento el stoke de los inicios. Su contribución a la escena tablonera de Laga de los últimos años ha sido, cuando menos, destacable. Es un verdadero lujo tenerle como shaper y como amigo. La entrevista tiene lugar en su casa antes de una buena cena en el txoko de Ugarte.
A ver Juan, preséntate.
Hola, soy Juan.
(...).
Y vale, qué pasa tío, jaja, qué quieres que te diga cuando nací, no te jode…
Di lo que quieras… ¿Cómo empezaste en el mundo del surf, cuéntanos un poco tu trayectoria?
A ver… Empecé en el mundo del surf con 16 o 17 años haciendo planking, con aletas de bucear y el clásico planking de siempre…
En qué playa.
En Bakio, máximo, a tope. Y cómo se llama una playa que vosotros no habéis conocido que está al lado de la nuclear, a ver….
¿Basordas?
Basordas, también íbamos con el planking. Después, con 17 años sería, a un vecino le trajeron una Barland de Francia. Se la trajo Zarra. Una tabla amarilla preciosa, tenía la bandera de España puesta en la quilla (risas), amarilla y roja, acojonante. Tuvimos que hacerle un agujero en la quilla para ponerle un invento, una cuerda con un trapo, no había inventos. Así empezamos.
¿Qué año sería?
Joer, tenía yo 16-17 años, tengo 55, hará por lo menos 38 años. No había tablas. En Bakio no había más de cinco tablas…
1973.
Sí, 73-75, por ahí sería.
¿Qué ambiente había en aquellos años en Bakio? ¿Había mucha gente surfeando? ¿Cómo eran las tablas?
En Bakio, cinco, seis. Ambiente…., ambiente, hijos de papá, porque los únicos que tenían tablas eran los hijos de papá, no había más gente. Y camisetas igual. Y luego se compraban tablas a los guiris cuando venían…
¿Y se surfeaba en invierno?
Nada. Yo por lo menos, no. Después, cuando vine de la mili sí que se surfeaba en invierno. Teníamos un amigo que jugaba al rugby con nosotros y trajo trajes de Sudáfrica, era sudafricano. Con una VW vino…Y nos mandaba trajes de Sudáfrica el tío, los Safari… Trajes de la ostia.
No te quedará por ahí ninguno, ¿no?
No, hombre. Le compré dos, y uno lo metí en la secadora aquella antigua para secarlos… Y se me rompió entero… (risas). Se me arrancó entero y le tuve que comprar otro. En aquellos tiempos le tuve que pagar 20.000 pelas…
No era poco…
No era poco. Tenía una costura por dentro…, ¿te acuerdas de los Rip Curl que llevaban así la costura para dentro…?
Que se te quedaba marcado todo el cuerpo…
Me tuve que comprar una lycra. Tenía todos los sobacos sangrando.
Sí, pero cuánto duraban, ¿eh?
Era algo acojonante. Después cuando vine de la mili, que la hice en Cádiz y la aproveche para recorrer Cádiz…
¿Con cuántos años?
Con 22-23. Cuando vine de la mili, después de ver Cádiz y toda aquella zona, empecé ya con paipo en vez de tabla.
¿Y en Cádiz se surfeaba, viste algo de surf?
Nada, nada.
¿Viste sitios potenciales para surfear?
Potenciales, sí. Caños de Meca y el Palmar nos lo recorríamos nosotros haciendo maniobras. No había nada allí. El Palmar estaba vacío, había tres casas de pescadores, y en Caños de Meca igual, sólo había una urbanización de los militares. No había más. Caños de Meca era salvaje.
Quién lo pillara hoy.
Libre y salvaje. Te metías al monte… Dormíamos en el monte en Caños de Meca. ¿Tú no has estado?
Sí…
Habéis estado en Caños. Pues tú miras Caños desde el mar para atrás, y el monte ese que se ve atrás…
Pero ahora en Caños hay casas, hay urbanización…
Pero antes no había nada de eso, era todo pinar… Tú el monte, todo eso que ves atrás, el Parque Nacional que se ve, todo eso…, y las torres esas, dormíamos ahí arriba en tiendas de campaña, nos tirábamos ahí semanas. Nos llevaban en camiones y ahí nos echaban. Y bajábamos abajo, donde está la chabola de piedra, en ese cruce arriba ahí un pino más grande que eso (señala un enorme roble) de aquellos anchos, y allí al lado había casas de pescadores, pero chabolas, con techos de paja y comprabas sardina, pescado…Bueno, iban los sargentos, la gentuza esa (risas) y venga, vamos a hacer una parrillada, hacíamos a la noche una sardinada de la ostia. Pero eso había, no había más. Y luego empecé ya con los paipos, y el primer paipo que compré se lo compré a Neil Bird, cuando vine de la mili. Después ya el segundo me lo hizo Jupa. Y el tercero (pausa), me lo hice yo… Aquí no me hace ya más ni dios un paipo, porque no tienen ni puta idea (risas)… Ni dios, hacen cosas para ellos.
Entonces había gente que andaba en paipo, andaba más ¿no?
Estaba Neil y de Sopelana había un par de ellos más. Pero después se ha dejado. Ahora la gente no cambia a esas cosas…
¿Que era, la moda entonces?
No era la moda, pero se andaba. Eran movidas que venían. En Mundaka había uno que andaba la ostia. No sé si era americano, no sé de dónde era, pero andaba… ¡Se hacía unos tubos! El Neil también se hacía unos tubos acojonantes.
¿Cuánta gente había en Mundaka en aquella época?
En Mundaka más que gente de aquí había guiris. La gente de aquí estaba mirando a los guiris, a ver si se dejaban las tablas fuera para birlárselas…, y los trajes…A las noches iba la gente a birlar trajes y tablas… (Va a decir algún nombre, pero se contiene; risas) Estos iban, les birlaban las tablas, las pelaban y las glaseaban de nuevo, así aprendieron a hacer tablas. Los trajes, los vendían de segunda mano.
Todo eso fue antes de que aparecieran las tablas de tres quillas, ¿no?
Sí, bueno, la gente ya venía con tablas de tres quillas. Los australianos y toda esta gente venían ya con las Simon Anderson, las del sol…
Fue el inventor de la thruster…
Sí, y algunos hawaianos también. Gente de por ahí… Sudafricanos también venían mucho. Yo me acuerdo de que venía mucha gente. Pero gente de aquí se metía muy poquito, pero muy poquito… Yo Mundaka, la primera vez que me metí fue después de una temporada de verlo…
Lo veías fuerte…
No por fuerte. Bakio también era fuerte. Pero no sé, había unas corrientes… La gente aparecía en…
¿A ti también te parece que antes había más olas, o las olas eran más grandes?
No, las olas son iguales. Eso va por temporadas, según la temporada que agarres. Hay veces que te coincide y otras que no coincide. Mi impresión es que no. Los vientos del sur sí que entraban más, la temporada era más larga.
¿Empezaba antes?
Empezaba a mediados de septiembre, octubre y seguía hasta mediados de noviembre. Y en noviembre había viento sur, no todos los días, pero sí entraba el viento sur. Entraba con la borrasca, pasaba, entraba el viento norte, pero volvía a entrar otra borrasca y estaba así constantemente. Eso sí que había. ¿Había más olas o menos olas? Bueno, eso es relativo. Según el friki que sea el tío que esté en el agua (risas), el jarto…
¿Cuál fue tu inquietud para empezar a hacer surf, por qué, la unión con el mar o…?
Bueno, porque ibas a Bakio e ibas viendo a la gente que iba avanzando… Cada vez había más gente que hacía surf. Pero aquí lo difícil era conseguir tablas. Las tablas eran muy difíciles de conseguir. Entonces, normalmente, o eras un hijo de papá de la ostia, que tenías el padre capitán de barco o el padre viajaba y te traía la tabla o no había rollo.
Porque el surf en los medios no existía para nada.
No había nada, no había nada… No sabías lo que era la tabla, ni de lo que estaban hechas, ni nada. Ya te digo, la primera tabla que anduve yo fue una Barland que por lo menos era una 7´5-7´6… Un pedazo pinchaco como la que tienes tú Markel, como esa que te he dejado. Y nos metíamos en Bakio con la tabla cinco tíos, “venga Javi déjamela…” El que se la trajo vivía debajo mío, Javi “Prati”, y nos metíamos con ella, venga tú, ahora tú… Te metía unas ostias el invento… Y te metías en una ola así (señala hasta la cintura), no te metías con más (risas). Y luego veías a la gente por Bakio, gente como Jupa y Kike, que pillaban olas, y veías a aquellos y decías, vamos a ver… No había más historias. La gente que quería tabla tenía que irse a Francia.
Y a Francia, con un 124, traca-traca, tardabas cinco horas en ir hasta Biarritz con las carreteras que había, ¿quién se iba a Biarritz, macho? No iba ni dios. Iban cuatro.., los de San Sebastián, nosotros nada. ¿En aquellos tiempos? Ni dios. Y luego pasar a Biarritz…, parabas en la frontera… “¿a dónde vas?” Pasaporte, nosequé, nosecuántos… Buff, venga, venga, vámonos p´atrás. Era un rollo, era un rollo.
Luego empiezas con el paipo…
Bueno, me hago los paipos, primero copiando unos a otros, después mirando cómo van las cosas, y también viendo las quillas, más o menos modificando todo… Y al final, lo que tengo ahora, el bonzer.
0 comentarios